¿Recordarán ustedes aquel niño sonriente y avispado, triste y alegre, normal y sublime que todos nosotros hemos conocido en la infancia? Por cierto todos hemos tenido una estrecha amistad con Marcellino pan y vino.
En el cine permanecíamos embelesados ante la vehemente fábula de aquel corazón de niño capaz de encontrar las maneras más sencillas e inmediatas para conversar con el divino, para construir una vía maestra hacia el cielo.
El pan y el vino, las cosas simples de todos los días, que se convierten en alimento para el alma y alma del alimento.
La hermosa fábula de aquella inocente aventura, colorida de modo sobrenatural, nos ha acompañado tantos años, continúa contándonos las maravillas de los simples gestos, de productos veraces de la naturaleza, de recorridos elementales que poseen el arte sublime de pintarse de colores.
Y cuantas imágenes, recuerdos, nostalgias sugiere la palabra vino. Una palabra capaz de mover sentimientos positivos, energías, alegría, y por otra parte, nos señala que la armonía es necesaria en la vida para no caer en los excesos, para superar el abismo de los apetitos descontrolados.
Vino, el vino llega a ser un personaje en tantos textos musicales de grandes músicos, Mozart, Mascagni por citar a los más notables.
Nuestros abuelos tarareaban los estribillos de aquellas obras maravillosas, que formaban parte del lenguaje de todos los días.
Vino generoso, vino para proyectar la vida con más valentía, vino que nos recuerda el trabajo, el trabajo de la vendimia. La vendimia es fiesta para quien la cuenta y para quien la vive con entusiasmo y alegría.
El corazón que permanece en el pecho como la de un niño recuerda con una vena de nostalgia aquellas escenas que parecen cuadros.
Y tantas poesías vuelven a pintar la vida de los italianos de tantos años, nos remontan en atmósferas jamás olvidadas.
El corazón ingenuo, fresco, inocente se refugia en aquellas armonías lugareñas.
Y por eso hemos recogido algunos versos en dialecto.
Pero el vino es también tentación, que lleva a la pasión, un cáliz que baña las mejillas aunque los sentimientos, los enciende de una luz más viva.
Así, la danza del vino se da entre las poesías que han contado la historia, las vicisitudes de los italianos de entonces, y se detiene también en la exposición de los sentimientos, sobretodo de las sensaciones, a veces picantes, a veces tiernísimas, a veces agradables.
Es el milagro de la uva que nos recuerda las raíces y nos lleva al futuro, que nos exhorta contra las exageraciones y nos reúne con un vaso dorado de vino para festejar la vida.
¿Y para olvidar? Basta un vaso de vino.
¿Y para soñar?
¡Basta el brillo de un cáliz de espumante! ¿Para encontrar de nuevo la velocidad? Basta sumergirse en los versos y en las embriagueces de los versos de esta antología, que cambian el agua en vino, las emociones en poesía.
¿No lo creen? Probáis a repasar las páginas irrigadas por los versos de nuestros poetas. Descubrirán que el corazón de niño entrevé siempre que la conciencia crea muchas frases, que el vaso rojo de vino, muchas veces, encuentra el camino hacia profundizaciones, aspiraciones, esperanzas sublimes que se asemejan a un sentimiento divino.
Así nuestras Embriaguecesdeversos nos cuentan que existen diferentes ebriedades, que la poesía puede exagerar, puede invadir nuestra vida, puede expresar la tensión al infinito sin miedo a superar los límites del ser humano.
Existe en la historia de la poesía alguien que ha narrado este proceso mejor que yo.
Charles Baudelaire (París, 1821-1867)
El alma del vino, de “Las flores del mal”
En las botellas el alma del vino
una noche cantaba: “Dentro de
esta prisión de vidrio y bajo los rojos
sellos, hacia ti llevo, oh querido
desheredado, oh Hombre, un canto lleno
de luz y fraternidad. Sé bien
cuanta pena, sudor, y cuanto sol
ardiente, sobre la colina en llamas,
son necesarios para darme vida
he inspiran el alma. Pero ingrato
no seré, ni malvado, que pruebo
inmensa alegría cuando en la garganta
caigo como un hombre acostumbrado al trabajo:
su pecho para mí es una dulce tumba
y me encuentro mejor que en el frío
de las tabernas. ¿Oyes resonar
los estribillos de tus domingos
y la esperanza que susurra dentro
de mi seno que palpita? Con los codos
sobre la mesa mientras te remangas
las mangas, me enaltecerás y contento
estarás: de tu mujer fascinada
devolveré a tu hijo y sus colores
y seré por esto delgado atleta
de la vida, el ungüento que refuerza
los músculos de los corredores. En ti
caeré, ambrosía vegetal, grano
precioso, esparcido por el Sembrador
eterno, porque después de nuestro amor
nace la poesía que a Dios
llegará en capullo como una extraña flor.
El mensaje se vuelve serio pero no es esta la ocasión para profundizarla, incluso nuestra antología será ocasión para luego dar lugar, de propuestas. Pero ahora desea ser ocasión de alegría, de consuelo, de encuentro. Como lo era para los antiguos poetas griegos en los famosos Simposios. Alceo (630-560 a. C) quien es uno de los más notables poetas de este periodo, en la isla de Lesbo escribió famosos cantos convivales.
Fragmento
Bebamos. ¿Por qué esperar los esplendores? Breve el tiempo
¡Oh amado muchacho, toma las grandes tazas coloridas
Porque el hijo de Zeus y de Sémele
Dio a los hombres el vino
Para olvidar los dolores.
Vierte dos partes de agua y una de vino
Y colma las tazas hasta el borde:
Y una después de la otra.
Incluso también nosotros, en nuestra época atormentada, un brindis a la vida, al amor, al olvido de los dolores. Del resto ¿Por lo demás el olvido no era el don más importante que los antiguos Dioses donaban a los hombres? Olvidar los sufrimientos para volver a empezar, para pintar de nuevo la vida con los bellísimos colores de la uva en otoño.
Y pensando en la uva no podemos omitir traer a la memoria nuestra bella Italia y su territorio. Como no olvidar las imágenes de las extensiones de los viñedos italianos, a su genuina ambrosía que, desde aquellas tierras y de aquellas faenas, se extrae.
Muchos artistas italianos se han abandonado al pincel embriagado para narrar los milagros de la uva y del néctar que nos ofrece cada año, cada fiesta, cada celebración de las tradiciones. El arte no permanece sordo a los reclamos de la mezcla divina y pintura, la poesía, la narrativa han donado a la humanidad verdaderos fragmentos de maestría, que permanecen en el corazón, que conmueven a fondo.
El vino, por su parte, se atreve a envolver a todos los sentidos: el olfato, el gusto, el tacto en el cáliz que se confunde acercándose a los labios, la vista en fiesta por los colores del néctar de los Dioses.
¿El grito queda fuera?
Yo diría que ¡No!
¿El brindis tal vez no tintina en los oídos al anunciar fiestas y felicidades? Y entonces nos abandonamos a la fiesta de los sentidos, los poetas nos tomaran de la mano y quien sabe a dónde nos conducirán.
Tal vez algún verso los conmoverá con una capacidad de envolvimiento que no pensábamos que fuese posible.
¿Preocupados?
No, tranquilos, son los milagros de la poesía que mientras nos embriaga nos libera de cada prisión.
Podemos abandonarnos en los versos sin temor a perder la razón, tal vez adquiriendo un pasaporte para el conocimiento.
Podemos soñar, podemos brindar volviendo a recorrer aquella calle misteriosa y mágica que lleva al gusto de las cosas terrenas a los proyectos celestes.
Partimos hacia un viaje que supera los intentos del vino, que lo trasciende.
Con los ojos aferrados a las estrellas, aceptamos entonces la copa de vino que Caravaggio nos ofreció con el famosísimo cuadro Baco y brindamos al cielo junto al poeta italiano contemporáneo, Corrado Calabrò, que ha sondeado con sus versos los asteroides y las estrellas, y por este motivo dará el nombre al próximo asteroide que será descubierto.1
Y alzamos los cálices ¡A la diosa del amor!
Se asoma a anunciar la noche
el primer planeta del amanecer.
Y en medio de la noche
inmensa de estrellas…
En el corazón, guiados por el resplandor de miles de velitas en el cielo embriagados de sueños, a pequeños pasos, a pequeños granos de uvas, a pequeños suspiros internándonos en el Viñedo de la vida.
Encontraremos los sabores, las sensaciones, las imágenes de antiguas vendimias, tentaciones que permanecen en el aire, dulcísimas sensaciones y pasiones que arrasan, oscuros brindis que envuelven los sentidos, estrechez de mano delante una copa de vino, amistad, amor, recuerdos, sentimientos, sentimientos, sentimientos.
¡Para sentirse vivos!
Anna Manna
1 La Academia de las ciencias de Kiev ha propuesto a la Unión Astronómica Internacional de otorgar el nombre de Corrado Calabrò al próximo asteroide que vendrá descubierto. En consideración por el hecho del Poema Roaminng di Calabrò (la primera poesía que tiene por objeto la astrofísica hace 2000 años, y desde luego a Lucrezio) se trata de un gran asteroide, cuya órbita podría golpear a la Tierra, que viene en cambio interceptado por la Luna, que hace de escudo. Con el dramatismo del acontecimiento, impresionantemente evocada, Roaming con un lenguaje poético, nos hace presentir, como en un sueño, toda la precariedad y temporalidad de nuestro planeta.
Roaming ha sido publicado en Italia por Mondadori en el libro La Estrella Prometida, Colección El Espejo, en el 2009, y ha sido traducido en varios idiomas.
Esta es la motivación oficial de la Academia de las ciencias: Corrado Calabrò (b.1935) es un poetaitaliano que ha renovado la poesía contemporánea ampliando lo fantástico a la ciencia. Su poesía “Vagar” habla de un gran asteroid que golpea la luna causando un oscilamiento de la tierra.